lunes, 11 de febrero de 2013

Cinco razones para organizar más comidas de negocios





Los almuerzos son una buena ocasión para charlar de preocupaciones laborales y personales en profundidad

El colaborador de Inc. Kevin Daum, autor del best seller Video Marketing for Dummies, ofrece cinco razones por las que un almuerzo con los compañeros de trabajo o un cliente es un buen momento para comunicarse. Parece que ni el correo, ni el teléfono, ni siquiera Skype ofrecen las posibilidades que plantea invitar al interlocutor a comer algo.

1. Tienes el control del entorno
En la oficina, pueden interrumpirte a ti o al interlocutor, que puede ser distraído por llamadas o correos electrónicos. Incluso si le pides hablar en un momento de intimidad, puede que no lo consigas nunca. Salir de este entorno y elegir un sitio que conoces bien pone el control del lugar en tu campo. Elige un restaurante con poco ruido y que se adecue con lo que quieres comunicar.

2. Estas en igualdad de condiciones
Sobre todo si con quien quieres hablar tiene una posición distinta a la tuya, ya sea por encima o por debajo, porque el mobiliario de la oficina deja clara esa jerarquía. En un restaurante estaréis sentados a la misma altura, en la misma silla, y cara a cara. Si algo tiene que hacerte sentir mejor o peor que tu interlocutor, que no sea su silla más o menos cara.

3. Tienes un tiempo mínimo asegurado
Durante el almuerzo, tienes al interlocutor cautivo durante mínimo, 20 minutos. Por muy ocupado que esté alguien, en algún momento saldrá de la oficina a retomar fuerzas. Además, aprovechará ese tiempo para relacionarse socialmente. Así que si tienes algo que hablar, llévalo en papel, pero deja el ordenador en casa o el sacara el suyo y habrás perdido tu oportunidad.

4. Creas una experiencia compartida
Haz que el otro comensal se sienta cómodo. Tienes la oportunidad, además de decir lo que tienes que decir, de establecer una buena relación con alguien de la empresa. Consigue que el almuerzo sea una buena experiencia y que la otra persona no tenga problema en repetirlo, así, si necesitas comentarle algo en privado otra vez en un futuro, estará más predispuesto. Encuentra maneras, pensando en la otra persona, de hacer entretenido el encuentro.

5. ¡Invita tú!
Sobre todo, ya que eres el que quería hablar, el interesado en hacer este encuentro y el que ha escogido el restaurante, lo mínimo que puedes hacer pagar la cuenta. Muchos empresarios tienden a dividir la cuenta, y está bien en almuerzos improvisados, pero en este caso tú tienes que conservar el poder del encuentro.

Y salga como salga, agradece el acercamiento al final y abre la puerta a repetir la experiencia.

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